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Vamos pa la fe, con esperanza y caridad siempre

Llevaba tanto tiempo escribiendo sobre el Hospital La Fe de Valencia como jurista, que me faltaba la parte del paciente. Y, efectivamente como abogado he de reconocer que el Hospital La Fe tiene un gran prestigio entre los profesionales y los pacientes en general y está considerado como uno de los mejores de la Comunidad Valenciana.

Por eso, mi extrañeza, mi desconsuelo incluso, las veces que he ido, no como abogado, sino como paciente y el trato que me han dispensado. Baste recordar el trato dado por la Neuróloga Dra. Baviera, que acudí un día por la mañana a La Fe, porque la noche anterior no podía ingerir nada de sólido ni líquido porque sencilla y llanamente me atragantaba.

Había sido diagnosticado, días antes, por el Neurólogo Dr. Tatay, al que considero un gran profesional y excelente persona, pues compagina su gran sapiencia con el hecho poco frecuente hoy en día de que un médico esté pendiente de los síntomas que le describe el paciente y les haga caso.

Pues bien, aun con el diagnóstico certero dl Dr. Tatay, fui a La Fe para ese problema que me representaba el no poder tragar ni líquido ni sólido por las noches y la consiguiente pérdida de peso y repercusión en mi salud.

Acudí a primera hora de la mañana, sobre las 10. Salí a la 1 de la noche, mucho peor de cómo estaba. Que lo del diagnóstico del Dr. Tatay que me olvidara, que lo que tenía era una cierta afonía. Y eso, preguntaréis? Porque lo que me hicieron (y es la pura verdad) es cantar canción tras canción y halé, todo un repertorio, desde canciones italianas, hasta “Noches de bohemia e ilusión” y “Libre” de Nino Bravo. La Dra. Baviera era incansable, como “le gustaba mi canto …” Tanto tanto le gustó que me dijo que no tenía lo que Tatay me había dicho sino una ligera afonía y se quedó más ancha que pancha.

Ah! Y sobre la falta de deglución por las noches, pues rataplán, rataplán, rataplán. A casa a dormir, que si no comía esa noche ya comería mañana por la mañana, que, al fin y al cabo, podía comer por las mañanas, ¿por qué era tan quejica?

Mi mujer y yo, ALUCINADOS. Hasta que yo, de educación bíblica, me vino la lucidez, algo que era esencial: Para ir a La Fe, has de ir con Esperanza y Caridad. La Esperanza del carbonero, que te van a resolver (aunque no lo parezca) tus más complicados problemas y Caridad, la que debes practicar con cierto personal con el que te encuentres en sus inmensos pasillos. Como no fui así, me merezco el trato que me ha sido dispensado y entono el mea culpa.

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