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Condenado un anestesista por mala praxis en una cesárea

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La Sentencia del Tribunal Supremo considera que la punción epidural produjo unas lesiones en «las raíces nerviosas, que no aparecieron de forma espontánea sino por aplicarla en un lugar inadecuado».

La mujer acudió a una clínica para someterse a un parto programado por cesárea. Tras la intervención quirúrgica le quedó afectado el nervio ciático, lo que propició que se sometiera a un posterior tratamiento del que fue dada de alta con graves secuelas. Tanto es así que la propia Seguridad Social le reconoció la incapacidad laboral total para su profesión habitual.

El Tribunal Supremo condena al anestesista y a su aseguradora a pagar solidariamente a la demandante una indemnización de 125.264,72 euros, más el interés legal desde la fecha de la interposición de la demanda.

En la Sentencia se manifiesta que la paciente en el momento que fue pinchada por el médico experimentó «un dolor horroroso hacia el pie izquierdo».

El facultativo, que reconoció la reacción de dolor de la paciente, explicó en el juicio que eso es frecuente, que paró y que, tras comprobar que no había problema alguno, continuó.

El Tribunal Supremo señala la existencia de un «resultado anormal y desproporcionado claramente relacionado con la administración de la anestesia«, ya que la lesión en las raíces nerviosas no aparecieron espontáneamente sino tras la punción anestésica en lugar inadecuado.

La Mala Praxis comienza por no reconocer el error

De todos es conocido que la medicina está para curar al paciente. O hacer todos los esfuerzos posibles para curarlo. Y el médico, como ser humano que es, puede equivocarse, como todos. Entra dentro de la lógica humana. Pero la mala praxis comienza por no reconocer el error, prescindir de lo que la paciente en este caso le está diciendo, que tiene un dolor horroroso en el pie izquierdo y pese a ello, el anestesista sigue, porque ese dolor horroroso, según él, es frecuente.

Esto es lo que nos debe alarmar. Que un médico prescinda abiertamente de las quejas de la paciente y siga con su intervención ignorando esas quejas, porque según él es frecuente, es, humanamente, una total insensibilidad hacia el dolor ajeno y, profesionalmente, una negligencia médica por la forma de realizar la punción.

Ahora bien: La pregunta que cabe hacerse es: ¿si el médico hubiera hecho caso a la reacción de dolor del paciente hubiese sido otro el resultado? Pues seguro que sí o, al menos, hubiera tenido una consideración y respeto hacia el paciente que no tuvo, al ignorar y pasar del dolor horroroso que éste tenía. El respeto al paciente exige un trato humano, no un trato insensible.

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